viernes, 19 de febrero de 2010

Rumbo a la cima

Me han dicho cosas como “estás mal de tu cabecita” o “pues si te mueres es porque quieres”; pero como le dije a una amiga: Ningún alpinista va a la montaña buscando morir, al contrario, lo que se busca es una vida plena e intensa que nos saque de la muerte lenta de la monotonía.

Para muchos las preguntas obligadas serían ¿por qué dejar la comodidad de tu hogar para irte a dormir a no sé cuántos grados bajo cero? Por que arriesgar la vida por algo que no vale la pena? Por qué colocarte intencionalmente en situaciones donde la adversidad te pone contra la pared y si algo falla no hay nadie que pueda ayudarte?

Alguna vez leí que la aventura es la esencia del alma del ser humano. Si reflexionamos, los momentos que más anhelamos en nuestros recuerdos, son aquellos donde rompimos la rutina para hacer algo diferente y a tractivo. Y también es cierto que una y otra vez nos deleitamos con las hazañas d
e héroes, que leemos o vemos en televisión, y que envidiamos pero no nos atrevemos a intentar por miedo a la pérdida de la comodidad.

Lo cierto es que en las montañas vemos paisajes que sólo apreciamos en los documentales de discovery channel, con cielos estrellados, rojos atardeceres y cimas nevadas. Es un lugar donde el contacto con la naturaleza te hace encontrarte con tu verdadero yo y te enseña cómo es la vida sin superficialidades; pues te llenas de paz y de buena vibra.

A pesar de la parsimonia en la que nos sumerge la sociedad; cuando el ser humano se pone en contacto consigo
mismo, se da cuenta de que necesita expandir sus límites, ir más allá de lo que él u otros piensan que es posible; y esto aplica en el ascenso de una montaña, en donde a veces busco que los amplios lugares abiertos llenen los vacíos de mi alma.

A veces creo que como no tomo, busco en el montañismo lo que otros buscan en una borrachera…puede ser la forma de pasar un festejo, un aniversario, un buen rato con los amigos o incluso ahogar una que otra pena.

El próximo 4 de marzo buscaré por primera vez la cima del Iztaccihuatl. He ido a esta montaña varias veces, pero nunca he llegado a la cima, por la complejidad que representan el clima, la altura y las complicaci
ones técnicas de la última parte del ascenso, la cual está plagada de hielo, roca suelta y por las noches tu agua se convierte en hielo; sobre todo arriba de los 4 mil metros…yo sólo he llegado como a los 4,300

Es la tercera montaña más alta desde México hasta Buenos Aires, pero dicen que también es la más peligrosa, por sus barrancos, sus radicales cambios de clima, su altura, sus vientos.

El plan es que en esta aventura me acompañe mi primo Marco, aunque el sujeto sigue planeando como fugarse de su trabajo en esas fechas jaja. Esperemos que lo logre o tendré que hacerlo solo.