martes, 9 de diciembre de 2008

INFIDELIDAD

La idea como tal no era más que un vago sollozo que se vislumbraba en las penumbras más recónditas de mi subconsciente. Supongo que mi ego fue la venda en los ojos que me aislaba de la realidad. Esa muralla de hielo que ella había levantado entre nosotros hacía cenizas el pedestal en el que algún día estuvimos juntos.

Nunca olvidaré esa tarde fría en la que las punzantes palabras de su letal boca se incrustaban con súbita violencia en mi pecho. La naturalidad con la que me confesó que me había sido infiel, me dejó helado, me dejó en un estado de shock que me mantuvo inerte pero con el corazón sangrando veneno; los crueles y la vez sinceros detalles de su relato recreaban en forma cruda cada vocablo suyo en mi ya devastada imaginación.

Ella se escudó en su sinceridad para solicitar una segunda oportunidad. Juró que el aroma de la infidelidad se había convertido en la peste inherente a la antiética que ahora le roía su incierto futuro; pero más importante que eso, la “canita al aire”, se transformó en el hallazgo que le dictaminó a su corazón que a quien realmente amaba, era a mí; o al menos eso me dijo mientras hacía hincapié en la promesa que una vez hicimos juntos.

Creo que inconscientemente, la aventura para ella fue un periplo en busca de su revancha psicológica, su revaloración y hasta una pisca de mi atención. Y con qué cara podía yo tener la osadía de increpar sus ilegítimos actos, si alguna vez yo la herí con la misma daga, y las heridas cicatrizan, pero no se borran.

Dicen que “nos gusta hacer, pero que no nos hagan”. Desde mi limitado, pero personal punto de vista, cuando yo navegué por los dulces y peligroso mares de la poligamia, la situación era muy diferente, porque mi relación con ella aún no estaba consolidada. Pero ella lo acaba de hacer y eso me sepultaba en el dolor, aunque, quitándome la máscara, he de confesar que no sé si el golpe más brutal era el que había perforado mi corazón o el que había horadado mi ego.

Pasé noches enteras en vela platicando con la almohada, buscando que por ósmosis, al recostarme bajo la luna, entrara en mi mente la respuesta de si debía perdonarla o no. La dicotomía sentimental-ideológica se convirtió en una interminable y denodada batalla en mi interior, que más que darme soluciones, me desgastaba hasta el cansancio y rayando en la paranoia.

Las siguientes semanas fueron la voluble y agria expresión del hombre que ha perdido la confianza en su mujer…bueno, yo no perdí nada, ella cavó una fosa y sepultó cada suspiro que yo le había regalado. De acuerdo con el terapista de pareja; una infidelidad no es una traición sin causa, dice que es el reflejo de que algo anda mal en la pareja y es culpa de los dos…entonces pensé “le pago a este tipo 400 pesos por sesión para que se enteré de mis problemas personales y ahora me dice que yo tengo la culpa de que ella me haya puesto el cuerno”

Bueno, la verdad, si esa feroz mordida de la vida se hubiera incrustado en piel de alguien más, podría ser más objetivo con la declaración tajante de aquel psicólogo; pero aun estoy cegado por la ira y la vulnerabilidad.

Cómo recuperar la confianza en ella? Y si realmente yo tengo la culpa de que ella me sea infiel? Y si la infidelidad es algo cotidiano y no queremos darnos cuenta? Perdonarla sería mostrarle cuánto la amo? O sería mostrarle que no tengo dignidad? Por qué me siento tan mal, si todo lo malo lo hizo ella? Y si los vecinos lo saben y me siguen viendo con ella, qué van a pensar de mí?



PD. ESTO NO ES MI DIARIO, ES UN BLOG DONDE ME GUSTA HABLAR DE Y IDEAS Y CREAR HISTORIAS, ASÍ QUE NO ES UNA HISTORIA PERSONAL. ABSTÉNGANSE DE SIQUIERA SOSPECHAR QUE ESTO TIENE QUE VER CON MI VIDA REAL…SÓLO ES ALGO QUE SE ME OCURRIÓ Y ME GUSTARÍA QUE ME DIERAN SUS RESPUESTAS A LAS PREGUNTAS DEL PÁRRAFO ANTERIOR, EN CASO DE QUE USTEDES SE VIERAN INVOLUCRADOS EN EL CASO QUE ACABO DE RELATAR















DENIS: creo que es normal que a todos nos inquieten estos temas, pero no habría que darle tanta importancia. Jonnhy Deep es lo contrario, el sujeto parece ser eternamente joven jaja, supongo que ese sujeto es de los que, aunque envejezcan, no estarán en una lista como ésta.

ILICH: no hay nada de malo en cuidarse y en buscar actividades que nos permitan cuidar nuestra vitalidad y la salud. Creo que el problema empieza cuando se vuelve una obsesión y comienza la primera de 56 cirugías faciales. La actitud no te quita las arrugas, pero en cierta forma sí te hace joven

CARTMAN: creo que por ahí de los 23 años es cuando uno empieza a notar la vejez jaja. Como dices, ya no es lo mismo al hacer deporte, te das cuenta de que ahora sí hay que calentar antes de entrar al partido, y poco a poco vas perdiendo velocidad, pero el ejercicio y la buena alimentación siempre ayudan

CRUZ: muchas de las personas que ocupan los espacios más importantes de la televisión son superficiales, y al ser la imagen que llega a millones de personas, pues se convierten en iconos, en estereotipo a imitar, y la gente se deja llevar por ellos y ahí empieza eso de pensar que la juventud es la único etapa de la vida que vale la pena.

ELESSAR: es cierto, hay sujetos no tan jóvenes que son galanes, y es verdad que mucho de ello tiene que ver la forma de ser de la persona en turno. Quizá deberíamos tomar más de esos ejemplos, y no dejarnos llevar por los paradigmas que menosprecian la tercera edad.

ÁLEX: es normal envejecer y también es normal que conforme creces, no sólo tienes menos aptitudes para el ejercicio, sino también menos tiempo y eso se refleja. Creo que las mujeres se cuidan más en el medio del espectáculo. Y creo que deberíamos cuidarnos, no tanto por imagen, sino por salud